Muchos aspectos psicológicos pueden influir en el sobrepeso y la sobrealimentación. Ésto es lo que conocemos actualmente como “comer por ansiedad”.
Según un estudio realizado por la Sociedad Catalana de Medicina Psicosomática, los rasgos o características que más incluyen en el “comer por comer” son la falta de control, la baja autoestima y la dependencia.
Las personas que más características presenten en su personalidad serán las más propensas a desarrollar este acto compulsivo por ingerir comida, generado por la ansiedad.
¿Pero por qué la ansiedad nos produce hambre?¿Cuál es la causa subyacente de todo esto?
Podría decirse que todo forma parte de una cadena. El primer eslabón es el ritmo de vida tan agitado que llevan las personas actualmente, lo cuál les genera estrés, y este estrés suele desembocar en ansiedad, lo que a su vez nos lleva a la comida.
Este tipo de conducta lo sufre gran parte de la población urbana en la actualidad.
Uno de los principales síntomas es la sensación de estómago vacío, pero esto es sólo una reacción del organismo ante todo el proceso que tiene lugar.
La verdadera explicación se encuentra en el cerebro, concretamente en el hipotálamo.
El hipotálamo es un neuroconector o glándula que controla la energía del organismo, así como sus reservas.
Cuando las reservas están siendo agotadas o no son suficientes, el hipotálamo manda señales al organismo avisando de lo que ocurre, y se traduce en ganas de comer.
Además de todo esto, el hipotálamo también recibe toda la información que proviene de las emociones. Si nos encontramos bien emocionalmente, tanto el hipotálamo como el mecanismo que tiene lugar a partir de él, funcionarán correctamente y no aumentarán las ganas de comer.
Pero no siempre es así porque cuando se padece ansiedad se desajustan todas nuestras emociones corporales.
El estado de ansiedad es anormal y por tanto produce un desajuste en el hipotálamo, lo cuál altera las señales emocionales que éste emite, mezclándolas con los sentimientos referentes al hambre.
Este desajuste no siempre aumenta las ganas de comer, sino que puede ocurrir todo lo contrario y la persona ingiera menos comida de la habitual.
Por tanto, el desajuste afectará de una forma u otra según las necesidades y reacciones corporales de la persona en cuestión.
Curiosidad
Otros trastornos alimentarios del siglo XXI son:
- La drunkorexia.
- Comedor nocturno.
- Comedor selectivo.
- Ortorexia.
- Permarexia.
Fuentes