Cuando nos enfrentamos a un exceso de activación que se prolonga en el tiempo, nuestro organismo comienza a verse afectado y aparecen diferentes problemas. Tanto fisiológicos: hipertensión, aumento de la tasa cardiaca o alteraciones en nuestro sistema inmunológico. Como físicos: inquietud motora, empeoramiento del pulso y la precisión, etc.
Pero no sólo aparecen consecuencias físicas y biológicas sino también problemas de índole cognitiva como dificultades atencionales y de concentración, pensamientos negativistas y malestar.
Esta activación o tensión puede estar producida por causas aisladas (problemas de pareja, económicos) pero también por situaciones contidianas a las que nos enfrentamos repetidamente y de la que quizá no somos del todo conscientes (ruido, iluminación, pequeños contratiempos, ir siempre faltos de tiempo) debido a que provocan una tensión leve pero que llega a ser dañina debido al efecto acumulativo. Cuando el estrés se hace crónico, o cuando el exceso de activación se mantiene una vez pasada la situación estresante, puede provocar un deterioro en la actuación de la persona, sentimientos de malestar o, incluso, trastornos psicofisiológicos.
Una forma de enfrentar y dismunuir esta activación es el entrenamiento constante en relajación ya que produce respuestas fisiológicas que palian las respuestas neuroendocrinas producidas por el estrés y con el tiempo genera un estado fisiológico de hipoactivación y de activación parasimpática y provoca mucho más beneficios y menos efectos secundarios a largo plazo que los ansiolíticos.
Aunque cada día la sociedad parece estar más informada y practicar más la relajación y meditación, gran parte de estas personas sólo recurre a estas prácticas en los momentos estresantes de sus vidas, sin embargo, el efecto beneficioso que estas prácticas nos proporcionan es temporal y no permanente, por lo que , además de aprender relajación, hay que enseñar también a las personas a incorporar la relajación en su día a día, sacar diez o quince minutos diarios para poder incorporar la relajación como una rutina más. Por suerte para todos, el único coste que tienen los ejercicios de relajación son de tiempo y esfuerzo.
¿Cuándo deberíamos utilizar técnicas de relajación?
Como ya hemos dicho, no tenemos por que esperar a los momentos de crisis y de ansiedad si no que las técnicas para combatir el estrés pueden utilizarse incluso en días relajados, de vacaciones y podemos y debemos introducirlos siempre que podamos como un hábito diario más con el fin de prevenir la aparición de los problemas de ansiedad y, porque, en definitiva, aún en ausencia de ansiedad, nos sirven para aumentar el bienestar.
Aunque, como hemos dicho, las técnicas de relajación no tienen por qué utilizarse únicamente cuando estamos expuestos a estrés o ansiedad. Hay que tener claro que hay momentos en que serán aún más necesarios, pasamos a ver algunos ejemplos de situaciones en los que debemos recurrir a ellos:
Cuando pasan varios días en los que notamos un aumento ansiedad que empiezqa a darnos problemas.
Ante una etapa de duelo o pérdida (incluído el llamado “duelo de pareja”)
Cuando estamos expuestos a un gran estrés en nuestro trabajo (Síndrome Burnout) o estudios.
Cuando aparecen o reaparecen conductas compulsivas como mordernos las uñas o tics nerviosos.
En momentos de conclicto (familiar, laboral, conyugal), discusiones o en los que, por alguna razón ,nos sentimos acosados o amenazados. Por supuesto, aquí además de la relajación conviene intentar solventar la situación problema.
En etapas en las que hay un mal clima familiar que no permite que nuestra casa sea el lugar de relax que debería ser.
Cuando tenemos que hacer frente a una gran cantidad de tareas y/o responsabilidades que nos desborda. Esto ocurre mucho cuando se suman demandas a nuestra vida personal o profesional y debemos adaptarnos para conciliar ambas.
En los denominados “sucesos vitales estresantes” ( mudanzas, cambios o pérdida de empleo, divorcio, problemas de salud propios o familiares, etc.)
Cambios físiológicos (medicación, cambios en la dieta, dolenciaso o por aumento o descenso en la actividad física)
Tras esta introducción, pasamos a enumerar, como el título del artículo indica, los numerosos beneficios que notaremos al incorporar a nuestra vida los ejercicios de relajación. Aunque estas ventajas van a depender del tipo de técnica o técnicas que utilicemos, del tiempo que dediquemos y la asiduidad con que las practiquemos, los beneficios que comenzaremos a notar serán los siguientes:
Una sensación de bienestar general que acompaña nuestra vida
Un aumento del control sobre los cambios fisiológicos que ocurren en nuestro organismo
Una reducción de la tensión arterial así como la frecuencia y la intensidad del ritmo cardiaco.
Nos ayuda a bajar el número de pensamientos negativos y desautomatizarlos.
Nuestra autoestima aumentará y nuestro autoconcepto mejorará.
Nos hará sentirnos más preparados y dispuestos a afrontar situaciones nuevas o situaciones que estábamos evitando.
Baja los niveles de cortisol en sangre. El cortisol es una hormona que se libera ante las situaciones de estrés prolongado y que daña nuestro organismo. Tiene por ejemplo un efecto indirecto en los niveles de colesterol.
Mejora del sueño: baja el tiempo de conciliación y de despertares durante la noche.
Reduce la activación simpática general, con lo que bajan los niveles de secreción de adrenalina y noradrenalina y el consumo de oxígeno.
Mejora del metabolismo basal.
Reduce la tensión muscular ya que mejora el riego sanguíneo en la musculatura.
Aumento de la vasodilatación arterial lo que aumenta el riego periférico y produce una mayor oxigenación de las células.
Mejora el nivel de leucocitos y, por tanto, tiene un efecto positivo en el sistema inmune
Actúa sobre los ritmos «alfa» del cerebro que son los encargados de promover las sensaciones de tranquilidad e intranquilidad.
Y por último, pero no menos importante reduce la ansiedad y previene su aparición. También mejora el estado de ánimo y la sensación subjetiva y objetiva de bienestar.
Como ocurre con el deporte, cuesta empezar a incorporar el hábito de trabajar la relajación, hasta que comenzamos a observar los beneficios e interioricemos este cambio de vida. Te animo a comenzar un contacto con los diferentes tipos de ejercicios, buscando artículos y vídeos donde ir introduciéndote en el tema.